El otro día estaba estudiando en la biblioteca y sonó un móvil (primera tocada de bolas), y la usuaria de dicho móvil en vez de colgar o quitarle el sonido lo coge (segunda tocada). Como dice el refrán, "a la tercera va la vencida", y llegó la tocada definitiva. La usuaria dijo en voz baja "estoy en la biblioteca, por eso hablo bajito, qué pasa?". Seguido por una conversación de pocos segundos.
Se puede tener el rostro duro y además se puede ser tocabolas involuntari@ de nacimiento, pero... ¿¿no es obvio y está muy bien señalizado que en una biblioteca el móvil debe estar en silencio y que no se debe molestar al resto de usuarios??
Esto me lleva a preguntarme lo siguiente: "El/la tocabolas... ¿nace? ¿o se hace?"
Mi opinión es que todos llevamos un tocabolas dentro, el involuntario. Su posterior desarrollo irá en función de la educación que recibamos, pudiendo hacer también que aumentemos esa cualidad tocabolesca hasta límites insospechados.
¿Algún apoyo a mi tesis? ¿algún/a detractor/a?
Un saludo!
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He leido todos los post y veo que hay mucho tocabolas suelto y deberías dedicar un artículo a los censores.Es muy lamentable que gastes neuronas y tiempo escribiendo un comentario para que venga otro que no opina igual y te lo borre y eso que yo siempre me atengo a las normas de respeto y sobre el tema en cuestión.Un saludo de antonio larrosa que también hay quien asegura que soy un tocabolas por el Clica sobre mi nombre
ResponderEliminarHas dado en el clavo.
ResponderEliminarTodo radica en la educación que se tenga.
Pues lo que tú llamas "tocabolas involuntario" yo no lo llamaría así, más bién un despiste al(en este caso)no haber apagado el móvil,pero eso una vez. Que rápidamente se podría subsanar apagándolo y pidiendo disculpas inmediatamente.
Esa persona lo que no tiene es educación, y ya está.
Sr. Larrosa, sabe que le respeto pues nunca falta a nadie cuando comenta blogs o cualquier noticia, pero es que hay gente, que se hace pasar por usted. Yo, ya le he cogido el tranquillo y sé cuando le suplantan. Saludos
Yo a veces he hablado por teléfono en la biblioteca, pero intentando no molestar a nadie (muy poco tiempo y muy, muy bajito). La razón: si estás solo en una biblioteca pública y te sales para hablar, nadie te va a garantizar que tus cosas sigan ahí cuando vuelvas. Vivimos en unos tiempos donde nadie se puede fiar de nadie, y hay muchos amigos de lo ajeno a nuestro alrededor esperando la más mínima oportunidad.
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